Esta es una de las dos delicias de la noche.
No apto para dietas…
Esta semana me he dejado llevar por dos clásicos. El primero, una receta del Cocinero Fiel (un fenómeno por cierto, y que ya había visto en acción en el canal cocina), croquetas de pollo y jamón. El segundo, un clásico readaptado (como no) al estilo Pecadosdelmonaguillo que tal vez no ha quedado tan vistoso, pero en boca se hace irresistible, un Brownie de Oreo u «oreownie».
Vamos por partes pues.
El primer plato de la noche. Las croquetas.
Tal y como he dicho, es plato tradicional, pero no por ello debe ser tratado con menos mimo. Si cuidáis los ingredientes (aunque esto se podría aplicar a todo) y preparáis la receta fielmente con cariño, el resultado es muy pero que muy agradecido.
Dificultad: Tiene trabajico!
Tiempo: En acción una hora y media bien buena. Con reposo, un día.
En este caso, debo reconocer que la receta ha sido un poco más fácil de preparar que de costumbre ya que el Cocinero Fiel, graba en vídeo sus recetas y las va comentando mientras avanza. Eso ayuda en visualizar como trata el plato en el proceso. Vale que aparentemente tampoco estamos hablando de cocina de fusión, pero hay detalles que pueden marcar mucho el devenir del cuerpo y cremosidad de la croqueta.
¿Mis consejos? Bueno, poca cosa, más que seguir bien la receta a la hora de prepararlo. Cuidado no os paséis con la leche o no quedará una mezcla consistente. Cortad bien el pollo y el jamón para que no queden tacos demasiado gruesos. Por último, un aceite bien caliente (pero bien) hace que en apenas 20 segundos las croquetas queden perfectamente hechas por fuera y cremosas y calientes por dentro. Ah! A mi me gustan croquetones… tenía miedo de que se desmenuzaran, así que las he trabajado bien de pan rallado, para darles consistencia.
Los resultados a la vista os los dejo con su previa al desfile de aceite.
Antes de entrar en caldera:
El postre. Oreownie.
Desde el primero momento en que nuestro bienaventurado Monaguillo colgó la receta, ya le eché el ojo! Así que manos a la obra, sabiendo que las croquetas serían un aperitivo, que mejor manera de acabar la comilona que con un pedazo de postre mítico y readaptado como es el Brownie.
Dificultad: Parecía más facil… 🙂
Tiempo: Sus 45 minutos
Antes de nada, debo reconocer, que así como el ibericano quedó más fiel a su reproducción, con el oreownie me he pasado de consistencia. Por suerte, también puedo decir que pese a todo, quedó compacto pero delicioso! Mi error fue ver, al repartirlo en la fuente, que quedaba una capa demasiado fina, así que decidí cambiar por un molde pastelero longitudinal en el que no acabó de hacerse. Mi remiendo fue que separar en mitad y mitad el oreownie y dejar un poco en la nevera para que le acabara de dar la consistencia necesaria. Las apariencias me engañaron.
Al margen de esto, en este caso tampoco hay nada más que añadir que ser fiel a esta receta, que se desmarca un poco de las habituales, y que tal vez por ello esté posiblemente por encima del típico-topico Brownie que estamos cansados de ver. Las galletas le dan ese gusto diferente y peculiar y le aportan toda la casta al plato.
La presentación, marca de la casa, ha sido aprovechando la crema que le quité a las galletas, más alguna nuez que reclamó su presencia aunque fuera como atrezzo.
Et voilà
El embrión: