Seguro que alguna vez en la vida has oído el típico “oye eres clavado a…” “¿Sabías que te pareces a…” Algo que por suerte o desgracia y sobre todo en Londres sufro casi cada fin de semana en mis pieles blancas. En mi caso y dejando la intriga viva para quien no se lo haya contado, me confunden con un futbolista catalán que ahora milita en el FCB pero que jugaba en el Arsenal y que además, aparentemente fue muy querido (otra coincidencia). Añadiendo que soy español/catalán, si encima me oyen hablando, alguna vez hasta me han llegado a insistir para que les firmara hasta el punto de tener que hacerlo (con cierto nivel de ebriedad en su sangre obviamente)(Y tal vez en la mía). Esto junto a mi pseudo-obsesión de ser minuciosamente observador con todo lo que me rodea me llevó a hilvanar una teoría que queda semi confirmada a través de este post. Según ella, el ser humano empezó con apenas unos pocos patrones que se han ido extendiendo a lo largo del espacio/tiempo, pero siempre partiendo de una base común. Patrones y plantillas de caras y cuerpos. Esto viene a querer decir que por algún lugar tenemos alguna cara gemela dando vueltas, atracando un banco, jugando en un equipo de fútbol o actuando en alguna película de cine (esperemos que no porno… o sí). Y cuando digo parecido no es aquello de este tío tiene un aire o tiene un peo, sino hablo de misma estructura ósea, mirada, sonrisa… algo serio!

Pues bien, el otro día encontré una web de un fotógrafo canadiense que se dedica a inmortalizar eso. François Brunelle demuestra que esto es cierto fotografiando a gente que es “idéntica” pero que no tienen nada en común más que su parecido físico. Parece ser que esta criatura se ha dedicado a estudiar la cara humana desde 1968 (nada complicado, unos años mirando caras) empezando cuando tenía 18 años. Después de esta tarea entretenida de más de 44 años, está a punto de publicar un libro que debe caer en mis manos, pues es de alto interés ya que corrobora que hay esperanza. Y cuando digo que hay esperanza, es que probablemente alguna doble de Scarlett, Emily Blunt o Emma Stone existan en algún lugar de la faz de la tierra. Ahora solo tengo que buscarlas aplicando la fórmula “Población de la tierra – gente que conozco -gente que ya he visto en la calle -amigos de FB” (lo que tan solo me dejará unas 6 mil millones de personas), esperar que hablen castellano, catalán o inglés (aunque esto último tampoco es vital pues el lenguaje de señas es una herramienta subestimada) y engañarlas para que se enamoren, se casen conmigo y poder procrear hasta tener una extensa prole de lindos ciruelos. Pero sin pasarnos no sea caso que se me arruguen.

Os dejo con las fotos que he encontrado. Yo mientras sigo con la búsqueda.