Parece que Ray transformó en un arte su mala suerte con las mujeres…
Seguro que casi todo el mundo (cercano a mi generación) ha escuchado aquello de «me han dado calabazas». Dar calabazas significa (si es que alguien aún lo usa), que has sido rechazado en tu aventura amorosa. En la edición del 1780 del Diccionario de la Academia se encuentra por primera vez esa acepción, concretamente definida como «desechar las mujeres la proposición de algún novio». Gonzalo Correas, en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales, sugiere que tiene su origen en que, hace unos siglos, los que aprendían a nadar se ayudaban de calabazas (a modo de flotadores, bajo los brazos) que abandonaban o “echaban a un lado” cuando ya eran capaces de desplazarse en el agua sin ellas. Luego la relación entre la calabaza y el rechazo en el amor he encontrado alguna historia que cuenta como en los monasterios de la Edad Media se utilizaban pepitas de calabaza en las cuentas del rosario para alejar pensamientos lascivos. Además, la calabaza es un fruto muy aparente por fuera pero poco denso y poco sabroso. En ese sentido suele contraponerse al melón, que es el símbolo de la fecundidad, la abundancia y el lujo. No en vano dice un refrán: “Te juzgué melón y me resultaste calabaza”.
Pues bien en una serie de hallazgos de estos últimos días, iré colgando (hoy si puedo) post de los que yo llamo ver-y-disfrutar, con menos palabrería y más imágenes. En este caso en mis ratos muertos de surfeo virtual, encontré a un figura llamado Ray Villafane. Situado ahora en Arizona, el artista nació en Nueva York. De la web de donde he sacado las fotos, la historia comenta que Ray nació en el seno de una familia pobre donde él mismo se empezó a fabricar sus propios juguetes tallando madera, hasta llegó un momento en que su familia necesitaba esa madera para poder usarla durante el frío invierno. Así que como no tenía más que calabazas (y alguna otra poca cosa más) alrededor, empezó a trabajarlas hasta conseguir algo que parece casi imposible.
Juzgen ustedes.