«Menú» post Halloween… y ganas de teclear algo desde hace siglos.
Después de más de un año sin publicar una sola triste entrada en mi blog, me he lanzado a la aventura colgando un par de fotos con filtros otoñales (que también serán instagrameadas obviamente) para tener así la excusa de poder escribir un rato.
La razón también está basada en mi cometido de volver a cocinar un poco más, ahora que recibo cada semana una caja de fruta y verdura orgánica de «Abel&Cole«. Una compañía inglesa que se dedica a empujar un poco la «nueva» moda de la comida orgánica servida en casa, tratando directamente con una serie de granjeros y distribuidores de confianza para poder ofrecer productos de calidad, sabor y sobre todo directos de la huerta.
La iniciativa de la caja frutoverdulera me sobrevino cuando después de comer en casa de una amiga que había empezado con esto, me di cuenta de la enorme diferencia que es un plato cocinado con amor y buenos alimentos versus amor y productos plastificados y semi plastelinizados. Y creo que ha merecido la pena. Primero porque efectivamente la calidad es muy superior en todos los aspectos y después porqué en un intento de mantener al consumidor feliz, varían cada semana el contenido de la caja enviándote recetas relacionadas con algunos de los ingredientes incluidos menos comunes para que puedas experimentar como yo hice hoy.
Y como uno de esos elementos subversivos incluidos en el último pack «viva la naturaleza orgánica» de la caja era «Red Cabbage», es decir Col Lombarda o Repollo morado (como podéis ver el nombre en español pierde toda la clase o hipstericidad), me lancé al vacío sin paracaidas con la receta.
Ningún secreto, tan difícil como contar hasta diez con los dedos y en 15 minutos tienes una ensalada más que decente y sabrosa. Como con toda ensalada, obviamente puedes jugar con las variaciones que te da tu cocina y stock para inventar o adaptar la receta a tu gusto o necesidad.
Hechas las presentaciones pasamos sin cortarnos a atacar al repollo. Cortamos en juliana que quede bien finito y lo añadimos en un bol con unas gotas de limón que ayudará a que se ablande un poco. Cuanto más se pueda dejar mejor, pero eso dependerá del hambre del cocinero e invitados.
Una vez dejado el tiempo que consideremos necesario, añadimos unas lágrimas de naranja, un chorro de aceite, un pellizco de sal y mezclamos. Antes de servir y rematar con los «toppings», para darle el toque de gracia (en este caso la receta original incluía jamón que no tengo, así que lo tuve que adaptar) salteamos un poco de jamón York con un ajo troceado hasta que quede doradito. Emplatamos y unimos el jamón con la ensalada hasta que la muerte los separe pasando también el resto de invitados para acabar el casamiento. Cortamos parmesano en tiras finas, troceamos un poco de cilantro, perejil o albahaca seca y «espolvoreamos» unos piñones por encima. Antes de presentar dejamos caer un chorlito de vinagre de Modena normal o reducido.
Y tararí que te vi ensalada lista para su entrada por el gaznate.
El pollo emperifollado (inventado) ya es una película de terror más relacionada de lo que había en mi nevera. Agarré unas «pachugas» de pollo muertas de frío en el congelador, unos espárragos y una cebolla. Les di un poco de calor humano (y sarteno) salteando el pollo primero con un chorrito de aceite. Cuando está un poco cocinado añado la pareja de antes y lo voy mareando a fuego medio con un escupitajo de soja y los aderezos que se le quieran añadir.
Y listo. En 30 minutos ya tenéis una obra maestra para retar a cualquier tipo de resaca y volver a emborrachados de nuevo!